A menudo, cuando se está
interesado por algo y se siente la necesidad de fundamentarse en un determinado
tema, procuramos buscar un elemento que nos aporte bases sólidas y que a la vez
nos proyecte hacia una evolución conceptual, sobre la cual vamos a orientar nuestro camino en la consecución de un saber, un argumento o, ya implícita en
el proceso, una experiencia. Entonces, comienza uno a buscar recursos, a
recolectar datos, a coleccionar definiciones; y sin negar el valor y el mérito
de dicha exploración, terminamos hostigados, ahogados o anonadados por la
cantidad de información que recibimos, sin discernir al principio, porque toda
la consideramos útil y hasta veraz. El problema radica en la falta de
referentes serios y comprometidos con la causa que nos convoca, de un tamiz
que, por medio de la selección, segregue lo esencial de lo vano.
Es con ese método, con
ese orden, con ese criterio, y con ese compromiso, con que está escrito “Metal
Extremo: 30 años de oscuridad (1981-2011)”, posiblemente el libro más completo
en esta materia alguna vez escrito. Su autor, con el rigor de un historiador,
dotó el texto de una organización que establece características, elementos y
conceptos clave, a la vez que permite, lo que es el propósito del escritor,
contar una historia.
El libro está dividido
por los estilos del metal extremo: Pioneros (que más que un género, son las
bandas más influyentes, arriesgadas y originales que sentaron las bases de los
estilos póstumos), Thrash, Death, Death sueco y melódico, Industrial, Grindcore,
Goregrind, Doom, Gothic, Folk, Black, y Vanguardia. A su vez, cada subgénero
cuenta con una estructura común que expone inicialmente el carácter general del
estilo en cuestión para luego pasar a la técnica, la lírica y estética propias
de cada género y, como preámbulo a una lista de agrupaciones organizadas
cronológica y geográficamente, los orígenes y las influencias previas.
Además de ser un libro
sumamente interesante, resulta también muy útil. El autor establece tres usos
que puede darle el lector: como material de consulta para repasar sobre
nuestros estilos y bandas favoritas; para conocer corrientes y grupos que de
otra forma no hubiésemos conocido; y como lectura extraordinaria que penetre en
nuestra cotidianidad llenándonos de satisfacciones y experiencias indelebles.
Yo añadiría, hablando desde mi experiencia personal, una utilidad puramente
musical en la que músicos o aspirantes encuentren los aspectos formales de que
se componen los géneros en los que trabajan o están interesados, y así, orientarse
en el vasto y fascinante universo del metal extremo. No obstante, sirve también
para descartar de la escena a quienes ven en esta música un negocio más o un
simple pasatiempo, desprovisto de sentido, contenido y determinación.
Salva Rubio (Madrid, 1978), autor del libro |
Algo que hay que decir,
lo cual puede sonar redundante teniendo en cuenta el título del libro, es que
lo que tenemos entre manos es un libro sobre música. La aclaración se hace
necesaria porque estamos acostumbrados a que la mayor parte de los textos que
abordan temas similares al que nos ocupa, se centran en los músicos, y no
justamente en su ejercicio artístico, sino en sus experiencias personales, que
no dejan de ser exageradas, superfluas y hasta míticas. Las adicciones, las
sobredosis, las borracheras, las orgías y los despilfarros de dinero, son temas
que han llenado las páginas de libros sobre rock, convirtiéndolos en éxitos de
ventas, mientras opacan la verdadera razón de ser de la música, alimentando una
bola de grasa mediática, sensacionalista y hueca. De modo que, reitero, el
autor escribe en términos precisos alrededor de esta gran historia musical,
pero, eso sí, sin perder nada de entusiasmo.
Por otro lado, el libro
posee un carácter sumamente propositivo, donde el autor insta continuamente al
lector al debate, a la crítica constructiva y al planteamiento de nuevas
conclusiones y teorías referentes al tema central o a nuevos temas y
extensiones que puedan surgir de él. De modo que, considero que el libro no
debe tomarse como la última palabra, indefectible e infalible, contenedor de
las conclusiones definitivas, sino, por el contrario, tomarse como un punto de
partida hacia nuevas visiones, proyectos e hipótesis.
Para concluir, quisiera
tomar prestadas algunas palabras del prologuista del libro, Dave Rotten, con un entusiasmo
más próximo y presumible: “Para los viejos, y nuevos metaleros de pro, este
libro, tan magistralmente recopilado, estructurado, documentado y sobre todo
redactado, supone algo que, aún sin ser conscientes de ello, ¡llevábamos años
reclamando y que guardaremos como oro en paño! El pasado ya está escrito, eso
no nos lo quita nadie, y el futuro…¡ya veremos lo que nos depara!”.
Juan Hernany Romero C.
@SectaDeLectores