miércoles, 23 de enero de 2019

El mito de la veleta



Me dijeron que era una veleta, la veleta de una casa inconsistente que en cualquier momento se iba a venir abajo. Me dijeron que de una veleta, que va y viene con el viento, no se puede esperar nada, y que no importa qué forma tenga ni cuál sea su calidad: su destino no lo determina ella, sino el viento que la golpea. Una veleta, pensé yo, que gira libremente sin límite alguno, que va para volver y vuelve para girar de nuevo. Una veleta que solo quiere moverse porque el movimiento es su destino, sin quedarse por mucho tiempo en una sola dirección. Y esa fue la ruta que escogí.

A uno le enseñan desde pequeño que es mejor ser de una sola tendencia y permanecer inamovible. Mijo, o es blanco o es negro, pero no me salga con vainas raras, me decían. Y yo no podía entender cómo hacía uno para ignorar las múltiples posibilidades de ser, cerrándose a una sola cosa con una monotonía insufrible y, para mí, imperdonable. Una de esas primeras cosas fue la religión, por lo cual creo haber empezado a navegar en aguas turbias y borrascosas, pues ni siquiera en el ámbito político he tenido tantos problemas.

Me criaron católico y estudié en colegios católicos, con todos los sacramentos, yendo seguido a misa, soñando con ser un santo. Soñé con ser como San Miguel Febres Cordero o Juan Bautista de la Salle; quise ser tan bueno y piadoso como ellos, para que al cabo de unos cien años rezaran en mi nombre y proclamaran mis hazañas cristianas, queriendo seguir mi ejemplo. Me imaginaba a mí mismo estampado en una imagen, con los cachetes colorados, aura brillante y solanácea, hábito largo y prodigioso, una sonrisa tímida, oculta por mi expresión de mártir, mirando hacia el cielo, tratando de encontrar a Dios. Y a mi alrededor habrían tres niños con ropas coloridas, jugueteando, acompañados por un perrito. Y en la parte de atrás una oración para pedir por mi intercesión ante el cielo. ¿Cuál sería mi milagro?

Pero con el paso del tempo la ilusión de ser santo se me fue desvaneciendo y los santos ya no me parecían tales. La música, por supuesto, me ayudó a dudar un poco, y la malsana superstición de que todo lo que no está en el seno de la iglesia es satánico me parecía sospechosa. Empecé a mirar para todos lados y ninguno era tan malo como lo pintaban. En la adolescencia me aproximé al budismo, al hinduismo, a ciertos principios esotéricos, al ateísmo, al satanismo y al psicoanálisis. Cada corriente, filosófica o religiosa, tenía su encanto y de cada una tomaba algo distinto. Nunca me sentí culpable por no haberme casado con ninguna, pues de hecho sentía que eso era lo bonito: conocer de manera incesante, para dudar, convencerme un poco y volver a soltarme.

De manera similar he procedido en todo lo demás. Entonces ocurre que estoy encarretado con algún tema y la gente cree que soy un devoto o un militante. Y puede que así lo parezca, pero no. La cuestión es que a mí, por lo general, me gusta meterme de lleno en lo que me reactiva la curiosidad. Veo con cierto desprecio esa postura de temor frente a lo diferente, como si se tratara de una infección viral o una enfermedad venérea. Un psicólogo, con tono clínico pero sencillo, me dijo lo que muchos ya saben pero que yo necesitaba oír otra vez: la vida es hoy, y no es para quedarse anclado.

Y aunque escribo estas palabras en un momento abrumadoramente confuso de mi vida, no quisiera dejar de lado la consigna que ha regido mi existencia desde la infancia y que hoy vuelve a darme el aliento para continuar: vivir tanto como pueda, aprendiendo con devoción y dejando el testimonio que me sale de las entrañas. Lucho para no perder esa capacidad de la que habla Charly García en Cinema Verité: “Yo puedo compaginar la inocencia con la piel. Yo puedo compaginar. Yo nací para mirar lo que pocos quieren ver. Yo nací para mirar”.

Que otros sean anclas, mientras yo soy veleta.

Juan Hernany Romero C.
@SectaDeLectores

2 comentarios:

  1. "No se enojen porque vivo haciendo curvas,a mí nada me importa amigos de la línea recta:ustedes usen rosarios y oraciones que otros preferimos el bolero,el billar,el tango y la poesía"El Tuerto López.

    ResponderBorrar