Ir
a Rock al Parque se ha convertido en una especie de tradición, en un patrimonio
cultural que no se puede postergar y que, como todo gran festival, tiene una
forma particular de vivirse. Rock al Parque tiene vida propia, vibra por sí
solo y posee una atmósfera tan única como irreemplazable: es un fin en sí
mismo. Sin ánimos de construir perífrasis literarias colmadas de hipérboles y
clichés, lo que no quisiera dejar de lado es recalcar la magia que tiene el
festival. Digo magia en su relación con lo fascinante, lo encantador, lo
hechizante. Hay que experimentarlo para poderlo decir, para poderlo recordar,
para poderlo amar.
Como
todo en el mundo, el festival no es exento de críticas, de las cuales algunas
son constructivas y otras destructivas. Es más, criticar a Rock al Parque es
tan antiguo y tradicional como el festival mismo. No bien se han anunciado
todas las bandas en el cartel oficial y ya medio mundo de pretendidos críticos
y expertos en logística están renegando del evento, pero eso sí allá están
todos muy bonitos disfrutando de las bandas. Claramente, no hay nada perfecto y
puede que se presenten algunos errores, pero no por eso se puede
desprestigiar el valor de un festival como este, más cuando cientos de miles de
personas lo disfrutan anualmente y dan vivo testimonio del placer de asistir.
Componente académico
Como
si fuera poco, Rock al Parque va más allá de los tres días de música en vivo en
el Parque Simón Bolívar. Hay, a lo largo de la semana, un componente académico
bastante interesante del cual se puede sacar mucho provecho teniendo en cuenta
que músicos, expertos y grandes conocedores del rock brindan conferencias y
conversatorios alrededor de temas que aportan al conocimiento de los asistentes
y a la construcción cultural del festival y la ciudadanía.
El
pasado 30 de junio se realizó en el Centro Ático de la Universidad Javeriana un
conversatorio sobre el Black Metal noruego y el Ultra Metal de Medellín. El
moderador de la charla fue el periodista Juan Sebastián Barriga, de Noisey, y
los participantes fueron el noruego Kjetil Esten Haroldsson Manheim (ex
baterista de Mayhem, actual baterista de Order), Víctor Raúl “Piolín”
Jaramillo” (líder de Reencarnación) y Carlos Mario “La Bruja” Pérez (ex
guitarrista de Parabellum, actual líder de Organismos). El conversatorio se
basó principalmente en el documental de Noisey “Parabellum: El Diablo nació en Medellín”, que cuenta la historia de una de las bandas de Metal Extremo
colombiano que más ha influido en la escena mundial.
Lo
impresionante del encuentro fue el haber encontrado tantos puntos en común
entre las bandas, estando en diferentes continentes y contextos. Queda claro que el metal es un
género de talla mundial que une y comunica personas, siendo un punto de
encuentro para diversas personalidades y perspectivas. Y que no se nos quede
por fuera el hecho de que el rock y el metal son estilos musicales con una
amplia historia, la cual vale la pena conocer para romper estigmas y gozar
plenamente de la música, el arte más grande en la historia de la humanidad.
Día del metal
El
primer día de cada Rock al Parque siempre se ha consagrado a la música extrema.
El metal es el género que tradicionalmente le da apertura al festival. Bandas
nacionales e internacionales son las encargadas de poner el ritmo metalero en
Rock al Parque y mover los mejores pogos del festival.
A
continuación realizaré algunas anotaciones puntuales al respecto de las bandas
que tuve la fortuna de ver y escuchar en los tres escenarios (Plaza, Bio y
Eco).
Fénix
(Cartagena): Agrupación con una fuerte influencia de bandas de vieja escuela.
Oscila entre el Groove Metal y el Death Metal. Tienen una excelente sincronía y
muy buenos guitarristas. Supieron ganarse el cariño de la gente.
Head
Tambó (Bogotá): Su fusión entre ritmos colombianos y metal resultó ser muy
motivante. El trabajo rítmico de la banda dota sus canciones de fluidos
alternativos y muy buenas composiciones. El concierto terminó con un Wall of Death.
Organismos
(Medellín): Banda liderada por el guitarrista Carlos “La Bruja” Pérez. Tienen
canciones de fuerte crítica social, y su puesta en escena es interesante. El
grupo, en cuanto a género, se ubica entre el Death Metal, el Grindcore y el
Ultra Metal.
Reencarnación
(Medellín): La experiencia y el performance de Víctor Raúl “Piolín” Jaramillo
es fundamental para la integralidad del grupo. La bajista Laura Corrales hace
un gran aporte. Tocaron algunos de sus temas clásicos: Utopía, Funerales del norte, 888 Metal, El vuelo del ancla, El octavo
mantra, Pensamiento uniformado, y canciones que harán parte de su próximo
álbum.
Nervosa
(Brasil): Las chicas de Nervosa dieron un show extraordinario con temas de sus
primeros discos y canciones de su última producción, Agony. Con un excelente Thrash Metal, las brasileras presentaron a
su nueva baterista: Luana Dammeto. Una banda de mujeres
tan bellas como
talentosas formada desde 2010; expresaron su cariño por Colombia.
¡Grandes!
Herejía
(Bogotá): Muy buena banda de Death Metal con elementos sinfónicos. Su actuación
en escena fue bastante completa. El sonido
sinfónico les da muy buena caracterización. En cuanto a las percusiones, fueron
una de las mejores bandas. Su último álbum titula Renascentia in Tenebris.
Lamb
of God (Estados Unidos): Este cordero de Dios puso a poguear al mismísimo Diablo
en el cierre del primer día de Rock al Parque en el Escenario Plaza. No en vano
esta es reconocida como una de las mejores bandas de metal en la actualidad.
Formados desde mediados de los 90’, contribuyeron a la consolidación del
Metalcore. Su puesta en escena es extraordinaria.
El pogo
Lo
más probable es que usted haya visto uno, de cerca o por televisión, y le haya
parecido espantoso. Es común oír comentarios negativos sobre el pogo, pero
déjeme decirle algo: al igual que la música tropical o la salsa, el rock y el
metal también gozan de un baile propio. Sí, baile, eso dije. Por medio de esta
manifestación física en sincronía con la música, los asistentes danzan al ritmo
de sus bandas favoritas. El pogo va mucho más allá de dar puños y patadas. En primer
lugar, aunque el mosh pit (así
llamado en inglés) suele ser agresivo y aparatoso, no tiene como objetivo
lastimar o lesionar a los participantes. Tómese más como una descarga colectiva
de energía. Además, y esto es lo más bello del asunto, existen ciertas reglas
no escritas que son inviolables y llenan de valor este baile: al compañero que
se caiga lo ayudamos a levantar, y por nada del mundo se le pisotea o lastima.
El pogo es amistoso, es una fraternidad extrema, una manifestación hermosa y
una gran oportunidad para sentirnos más cerca del otro.
Lo
malo: La polémica previa
al festival por la invitación y posterior retiro de Paul Gillman del cartel.
Rock al Parque no puede volver a protagonizar un escándalo de censura tan
controversial, y mucho menos por cuestiones políticas. Ante todo está la
libertad de expresión. Ojalá
hayamos aprendido la lección.
Bonus
track: Queda por decir que uno
de los aspectos más loables del festival en su vigésima tercera edición fue el
protagonismo de las mujeres en las tarimas. Poco a poco, luego de un proceso
largo, las chicas han ido tomando la vocería en distintos estilos del rock,
demostrando que pueden ser tan buenas como los hombres a la hora de tocar y
talentosas para componer. Durante los tres días de Rock al Parque, mujeres
cantantes, bateristas, guitarristas y bajistas sorprendieron al público bogotano
y dejaron el precedente de que las mujeres también saben rockear y que lo hacen
muy bien.
¡Que
viva Rock al Parque!
Juan Hernany Romero C.
@SectaDeLectores
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