viernes, 9 de junio de 2017

La educación no es un favor, es una obligación



No hay palabras que puedan expresar el hondo sentimiento de dolor, rabia, impotencia, resentimiento  y confusión al ver cómo los miembros del ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios) arremetían indiscriminadamente contra los docentes colombianos que cumplían su jornada de protestas en Bogotá el día 09 de junio de 2017.

Ya se cumplen cuatro semanas desde que inició el paro del Magisterio Nacional, y el gobierno colombiano insiste en que no tiene recursos para solventar la situación. El problema, a nivel social y mediático, es que la mayoría de la gente piensa que este paro es un capricho de los profesores para obtener un incremento salarial innecesario. La ministra de educación, Yaneth Giha, las pocas veces que le da la cara a la opinión pública, dice que la inconformidad de los maestros será satisfecha con unas bonificaciones (que ya de por sí deberían darles como trabajadores estatales).

Las causas van más allá. Miles de maestros son atendidos en un solo centro hospitalario en el caso de Bogotá, y la atención que reciben es deficiente, generando que diagnósticos importantes no se formulen a tiempo, poniendo en grave riesgo la vida de los profesores. Y no solo son los docentes quienes padecen esta injusticia, sino sus familias, que son beneficiarias del empleado público.

Por otra parte, volviendo la cara a los estudiantes, tenemos un ramillete de falencias provocadas por la negligencia del gobierno: los refrigerios que reciben los niños y los adolescentes en los colegios no cumplen con los estándares de calidad que se espera de un sistema público, más aún cuando se trata de los niños. Tampoco hay un servicio de transporte eficiente, teniendo en cuenta que hay menores que deben atravesar trayectos en demasía largos para poder asistir a su colegio, especialmente en zonas rurales. Sigamos.

El gobierno pugna por instaurar un modelo de jornada única, para lo cual, lógicamente, se da por sentado que los recursos y el acondicionamiento en las instituciones públicas es un hecho. En realidad, sucede todo lo contrario. Las instalaciones de los colegios no dan para recibir más alumnos. Hay salones con más de 40 estudiantes, lo cual resulta antipedagógico y desfavorece las condiciones para una educación de calidad. No se puede instaurar una jornada única cuando no se está preparado para ello, porque lo único que se generará serán más dificultades tanto en los procesos académicos como en la logística de las instituciones.

Muchas personas dicen que los docentes han dejado de lado lo más importante: los niños. Ese ha sido uno de los argumentos de patraña moral que muchos detractores del paro de maestros proclaman todos los días. Hacen un show estrepitoso con aquello de que los niños se están quedando sin clases y por ello son los mayores afectados. No niego que las jornadas se han visto afectadas por el paro nacional, pero no se puede utilizar esto como una especie de chantaje contra los profesores. Las marchas, cada una de las manifestaciones y la expresión general del paro docente, tienen como prioridad exigir una educación digna y de calidad para nuestros jóvenes, una educación que les garantice condiciones óptimas, buena alimentación, transporte, instalaciones adecuadas y garantías.

Es por ello que resulta fundamental que la ciudadanía se entere de las verdaderas motivaciones del paro nacional de maestros. Porque los medios de comunicación masivos, privados y hegemónicos, se han encargado de desprestigiar las manifestaciones de los docentes, restándoles la importancia que merecen titulando “Trancones en Bogotá por las marchas” o “El sistema de Transmilenio colapsa por manifestaciones”. La verdad, las causas, el desarrollo de las negociaciones son aspectos que se omiten o se desarrollan muy someramente en cadenas televisivas como Caracol y, especialmente, RCN, alejando a la ciudadanía de un tema que nos concierne a todos y no puede pasar desapercibido mientras queda de por medio la educación de nuestra niñez, el futuro de nuestro país y la dignidad de nuestros maestros.


La educación no es un favor, es una obligación, y el gobierno debe responder.

Juan Hernany Romero C.
@SectaDeLectores

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