“Si se corta la luz, aprovechemos y hagamos una orgía maravillosa”. Con esa frase
empezó Fito Páez la presentación de su libro Diario de viaje en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2017.
El auditorio José Asunción Silva estaba repleto y el público aplaudía con
ahínco y mucho agrado. El encargado de moderar la conversación era el experto
en música Andrés Monsalve, quien disfrutó tanto como los asistentes la
magnífica presentación de Páez.
Corría
la noche del segundo día de mayo, y uno de los eventos más esperados de la
Filbo se estaba desarrollando en aquel auditorio, adornado por una proyección
de imágenes del artista argentino, que rodeaban el teclado que interpretaría,
cuando las palabras ya no fueran suficientes. Con la lectura de un fragmento
del prólogo al libro, Monsalve inició el coloquio. Por supuesto, uno de los
primeros temas fue la motivación de Páez para escribir su segundo libro, siendo
el primero La puta diabla, novela publicada
en el año 2013.
Fito
habló un poco sobre la motivación general de los artistas para crear algo.
Destacó la importancia del arte para expresar sentimientos. Para él, no se
deben hacer las cosas pensando en la posteridad y en la historia; se trata,
simplemente, de una especie de mecanismo que le permite a la persona ser más
libre. Criticó la solemnidad exagerada con que mucha gente suele tratar el
lenguaje, pues considera que esa es una de las limitaciones más grandes a la
hora de escribir o componer. A esa solemnidad la denominó “la mirada policiaca
de la historia”, que termina reflejada en el pánico a la página en blanco, que
no es otra cosa que un temor irracional a no estar al nivel de los grandes
artistas. Podríamos resumir su postura en una de sus sentencias más
contundentes a lo largo del diálogo: “La literatura es una manera más para
jugar y para estar en el mundo”. Fito nos invita a desacralizar los libros, las
obras, los autores, tal como el Rock and Roll desacralizó la música y siguió su
propia esencia, siendo ahora un género de talla mundial.
Bastante
gracioso fue el momento en que Fito habló de sus primeras lecturas. Al
principio, cuando sus padres lo llevaban a la Iglesia, solía aburrirse bastante,
como nos pasa a la mayoría; pero con el tiempo se interesó, desde el punto de
vista narrativo, en los relatos bíblicos. De hecho, dijo que la Biblia era una
gran novela de aventuras. Con el paso del tiempo, para decirlo de alguna
manera, se pasó al otro lado, pues recuerda con mucho humor la impresión que le
generó la lectura de El Exorcista de
William Peter Blatty. Con una espontaneidad fascinante, menciona algunas de las
escenas de esta novela de terror, que para él eran poco más que un chiste y
algo muy divertido. Por otra parte, acercándose más a su materia, comentó parte
de su experiencia con la Poética musical de
Igor Stravinsky, que relaciona inmediatamente con la obra del maestro Charly García.
Cómo
no hablar de Charly García y su influencia en la vida de Fito Páez. Es,
sencillamente, inevitable. Sin embargo, Fito prefirió pasarse al piano para
cantar uno de los temas más significativos del exintegrante de Serú Girán: Desarma y sangra. Una interpretación
maravillosa que les puso los pelos de punta a los asistentes del auditorio.
Remitámonos un momento a Diario de viaje:
“Solo hay que tener sensibilidad y ser un poco piola para darse cuenta de que
todo lo que ha tocado este hombre dentro del lenguaje musical y en la vida de
algunas personas (entre quienes me incluyo) se ha maravillizado”. Charly es uno
de los grandes protagonistas del libro, y uno de los referentes más grandes de
la música popular americana.
Al
respecto de esa “música popular americana”, Fito aprovechó para decir que no
hacía falta aclarar que se refería a todo el continente. “Estamos aquí para
recordarles a los gringos que nosotros también somos América, y no saben cómo”.
Así, prosiguió hablando de la semblanza de García, destacando especialmente su
álbum Clics modernos, pieza que
considera fundamental para pensar una nueva modernidad en América.
De
ahí, pasamos a Luis Alberto Spinetta, personaje preponderante en la vida de
Páez, y una de las figuras más importantes en la historia del rock latinoamericano.
Fito narró la magnífica historia de Grisel,
canción que el flaco le dictó casi al oído. Y él, por su parte, la puso en los
oídos del público: “No debí pensar jamás, en lograr tu corazón…”. Hermosa
intervención musical que evocó los recuerdos de aquél fascinante músico
fallecido en 2012.
No
quedaron atrás otros personajes destacados en el libro como Litto Nebbia,
Guillermo Vadalá, Mercedes Sosa, Joaquín Sabina, o Alahualpa Yapanqui, de quien
Fito recuerda el sutil comentario que le hizo a su canción Vengo a ofrecer mi corazón, composición que Páez considera un
misterio, pues cuando la hizo no era consciente de la trascendencia de la letra
que había escrito. La cantó a capela: “Quién dijo que todo está perdido, yo
vengo a ofrecer mi corazón”.
Para
sorpresa de muchos de los asistentes, Fito refirió dos autores colombianos que
lo habían impactado a lo largo de su vida. En primer lugar, habló de Andrés
Caicedo y su novela ¡Qué viva la música!,
con la que llegó a sentirse ampliamente identificado. (Cabe resaltar que
esta sección de la FILBO lleva el mismo nombre de la novela de Caicedo, en
homenaje a los 40 años de su lanzamiento). Y luego, para rematar, habló de
Fernando Vallejo, especialmente de su novela El desbarrancadero, obra que lo conmovió bastante. “Cómo me gusta
como insulta Vallejo. Es tan divertido, que es un gran un humorista también”.
Monsalve
le pidió a Fito que leyera el anexo de su libro dedicado a Mariposa Tecknicolor. Fito, que no había traído sus lentes para
leer, leyó aquel fragmento para estallar las emociones en el piano. Fue la
canción más coreada esa noche, las más querida y recordada por la gente, y a la
que Fito le tiene un cariño inmenso: “¡Gracias, preciosa mariposa! Nada en mi
vida volvió a ser lo mismo después de vos. Yo también creo en la bondad de los
desconocidos”.
Ya
para terminar la presentación, el moderador llamó a Margarita Páez, hija de
Fito, para que tocara el piano, algo que ya había hecho en el Luna Park y que
desató un gran aplauso en el público bogotano. Un poco tímida, pero brillante y
espontánea como su padre, Margarita interpretó una bella composición clásica,
que no dejó de sorprender a muchos de los espectadores. Cuando Monsalve comentó
que de tal palo tal astilla, Fito respondió: “Ella, en realidad, le está
heredando a mi mamá, que ella sí era una genio, una pianista alucinante. Conmigo
fue la falla genética, y volvió ahora con Marguie”.
Juan Hernany Romero C.
@JuanHernanyRC
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