Han
pasado tres años, y todavía resuenan en mis oídos las fatídicas palabras que
pronunció un hombre de voz ronca, que anunció ante más de 5.000 personas que el
mítico músico Charly García había sufrido un preinfarto, justo antes de llegar
al Coliseo El Campín de Bogotá, donde el genial Fito Páez le había dejado listo
el terreno para saltar al escenario.
Era
un día mágico, de atmósfera atemporal, e inconsecuente con la monotonía de la
rutina. La expectativa se convertía en ansiedad, pues en la noche de ese 15 de
noviembre de 2013, dos genios del rock en español sacudirían a la multitud de
fans colombianos con lo mejor de su repertorio. Fito Páez, amigo y discípulo
del hombre que hoy llega a sus 65 años, ofreció un recital extraordinario,
celebrando los dos lustros de su magnífico El
amor después del amor. Dentro de sus temas seleccionados hubo cupo para
homenajear al maestro; y acompañados del piano de Fito, cantamos, con la emoción
de una buena tertulia, las Confesiones de
invierno que Charly compuso junto a su compañero Nito Mestre en 1973.
La
música de Charly García posee la mística cualidad de ser impermeable al tiempo,
pudiendo aplicarse a casi cualquier contexto. Tiene una canción para cada
momento de la vida: la nostalgia, la alegría, el amor, el desamor, la
indignación, la represión o la frustración, por poner algunos ejemplos. En
cuanto a mí, creo que lo he disfrutado más en la soledad que en compañía, pues
siempre acabo conectado con la letra, el ritmo, la armonía, los arreglos y, en
general, la esencia de sus composiciones.
A
Charly muchos lo conocen por sus escándalos o la polémica que genera, pero, en
realidad, eso es lo más insignificante en medio de una obra llena de
genialidades, creatividad, rebeldía y, como dice una de sus canciones, aguante.
Cada uno de los momentos de su vida, incluso los más traumáticos, los convirtió en música.
Cuando fue recluido en un centro de rehabilitación para superar su adicción a
las drogas, llegó a tal punto de exasperación que no conciliaba el sueño ni
mantenía el apetito; sin embargo, con cierta dosis de humor, transformó en
música su experiencia y grabó uno de sus temas más célebres: Raros peinados
nuevos.
La
versatilidad de este artista lo convierte en un todero musical, pues es un
brillante multiinstrumentista que interpreta la guitarra, el bajo, la batería y
los teclados, siendo el piano su aliado fundamental. Antes de lanzarse como
solista, formó parte de cuatro bandas que ayudaron a forjar la escena del rock
argentino: Sui Generis, PorSuiGieco, La
máquina de hacer pájaros y Serú Girán.
Las
líricas no se quedan atrás. En términos generales, son profundamente expresivas
en cuanto representan momentos determinados de la vida de su autor y nos
remiten a escenarios reales, de contextos sociales álgidos y recalcitrantes,
como la horrenda y represiva dictadura de José Rafael Videla. Sus letras son
una combinación de protesta social, abstracciones personales, poesía, desahogo,
narrativa y humor.
Aquel
mito del Charly loco, degenerado y senil, se derrumba ante la intempestiva
respuesta de una obra consolidada, de brillante producción, innegable calidad y
magníficos recursos. La lucidez de sus letras lo convirtió en visionario. Su prodigioso
talento le pone el acento de genio creador. Su actitud, irreverente y
contestataria, lo pone como referente en un mundo hipócrita y alucinado, para
los jóvenes que sueñan con un mundo distinto, donde la música y el arte tengan
más poder que las balas, y donde el valor de una persona no se mida por sus
propiedades, sino por su capacidad de amar, crear, construir y expresar. La
música de Charly nos invita a pensar, o aún mejor, a disfrutar pensando,
mientras nuestra mente reposa y se enriquece en sus extraordinarias melodías.
Hoy,
en su natalicio 65, lo recuerdo con cariño y respeto, reconociéndolo como uno
de los personajes que más influencia han ejercido en mi vida. También le rindo
este pequeño homenaje, basado en la memoria, pensando que algún día pueda llenar
el hueco que quedó en mi corazón la noche que no pude verlo ni hacer parte de
su locura en vivo. La semilla que Charly García sembró en mi vida está reflejada
en las angustiosas horas que paso aquí sentado, tratando de hacer música con
las palabras, respirando con potencia, y soñando que con esfuerzo y pasión las
cosas pueden cambiar. Gracias a él hoy me encuentro más cerca de la revolución.
Juan Hernany Romero C.
@SectaDeLectores
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