Te invito
Hace
dos semanas quería morirme, todo me causaba dolor y perdía por completo el
deseo de vivir. Hoy el mundo es el mismo, nada en verdad ha cambiado y, como
dice un grupo bogotano de rock, nunca hay nada nuevo bajo el sol.
Sin
embargo, luego de haber tomado riesgos y de haberme permitido cambiar, he
reunido valor, fuerza, energía. Tengo hoy un gran deseo: conocer cuanto sea
capaz, acumular y cuidar recuerdos, experimentar, explorar. Ese es mi sueño:
viajar por el mundo; leer; hablar; escuchar; besar; abrazar; reír; llorar; caer
en desgracia y volverme a levantar; mirar por la ventana de un hostal viejo en
un pueblo perdido; caminar por los senderos de la soledad, la lujuria, la
camaradería, el amor; escuchar mil veces la misma canción hasta hacerla mía;
conversar con sujetos misteriosos que me encuentro en el camino; dormitar en
una noche oscura sin más cobijo que la luz de la luna y las almas de los
perros; caminar por calles donde no entienda un ápice del idioma que la gente
habla; dejarme llevar por los sentidos de la melodía que suena dentro de mí; y
morir sabiendo que me despido del horror de la vida para entrar en la
cavilación oscura de la muerte.
No
es sentido lo que busco: ese embeleco ya pasó de moda. Es un instinto profundo,
un sendero impuesto por el sinsentido en
el que nací y en el que estoy condenado a morir. Nada hay seguro y no busco
protección; te busco a ti para que me
acompañes en este viaje nuevo que emprendo, sin la certeza de poderlo concretar
y con el vago recuerdo de mi pasado. No te prometo más que mi propia nada. Es
lo único que puedo darte; lo demás no importa. Entrarás conmigo a un universo
perdido del que quizás no salgas nunca. Solo es una invitación, el ir o no ir está
en tus manos. De todos modos te llevaré conmigo, en mi corazón.
Juan Hernany Romero C.
@SectaDeLectores
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